FELIZ DÍA DEL PADRE

Hoy las celebraciones son diferentes, los pequeños suelen hacer alguna manualidad en el colegio o guardería, consiguiendo sacar una de la mejores sonrisas a los padres. La verdad es que los pequeños lo viven con mucha emoción y le cuentan a las mamás lo que han hecho para regalarles, desde una corbata en cartulina hasta una camiseta cosida por ellos con un ¨I love papá¨.

Esto me hace recordar, como lo celebrábamos nosotros en el pueblo. Hace cincuenta años, el 19 de marzo, Día de San José, era fiesta nacional y no había colegio. Nuestra celebración empezaba el día antes (si era día laboral). Como ya hacía buen tiempo, con tardes soleadas y el campo ya tenía sus primeros brotes de hierba, de margaritas, de pan y quesito ,¿os acordáis de esas florecillas amarillas?,de piquitos de cigüeña, avenas locas, etc, pues cuando volvíamos por la tarde a la escuela, esperábados, con mucha emoción, en la puerta a los maestros, Doña Florencia y Don Eusebio, cuando les veíamos llegar empezábamos a corear todos juntos : de paseo, de paseo, de paseo, de paseo y no parábamos hasta que nos decían:  ̈esta tarde vamos de paseo ̈. No se podían negar, con esa carita de angelitos que teníamos, era ya una tradición, para nosotros empezaba la primavera.

Nos llevaban al campo, por los caminos de arena hacía los pantanos y el depósito del agua. Por el camino íbamos en procesión saludando a la gente, con una sonrisa y una felicidad contagiosa.

Caminábamos de dos en dos y a coro cantábamos canciones, me vienen a la memoria:

Ahora que vamos despacio vamos a contar mentiras, tralará vamos a contar mentiras tralará, vamos a contar mentiras por el mar corren las liebres

por el monte las sardinas, tralará, por el monte las sardina....

y otra gran clásica “había una vez un barquito chiquitito, que no podía navegar....”

Algunos íbamos comiendo nuestro bocadillo de pan con queso de oveja, ¿como no? algunas madres hacían queso en casa. Con el calorcito, ya había queso picante, es decir fuerte de sabor y aroma. Si además tocabas el romero del campo o el tomillo asero del Calvario con la mano, parecía que estabas comiendo queso de oveja curado al tomillo o romero. Es increíble cómo penetra el olor y confunde el paladar.

En nuestro paseo veíamos las ovejas pactando, libres en el campo, y de vez en cuando nos cruzábamos con un rebaño y nos gustaba escuchar el sonido de los cencerros y sus rítmicos berreos. Volvíamos a casa muy contentos y con coloretes, algo muy característico de los niños y niñas del pueblo.

Al día siguiente era el Día de San José, y como festividad se iba a misa, la costumbre era sentarse con nuestros maestros, que eran los que nos cuidaban durante la misa. Y después salíamos de la iglesia y nos juntábamos con nuestros padres para celebrarlo con ellos, para visitar a los abuelos; no había regalos materiales, los padres nos regalaban su tiempo.

Son recuerdos muy bonitos, y aunque la vida ha evolucionado y cambiado mucho, los pueblos mantienen su esencia.

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